Hola a todos:
Como les prometí el pasado miércoles, acá les dejo la segunda parte del Episodio I de "Los juguetes de Katsuo".
Los juguetes de Katsuo/Por Dolly Gerasol (obra provisoria)
(Todos los derechos reservados-All rights reserved)
EPISODIO I - Segunda parte
"El hombre vestía ropas oscuras que enmarcaban su físico trabajado. Era alto y delgado, un moderno pasamontañas cubría su cabeza y dejaba al descubierto sus ojos grises. Lucía como un delincuente pero nada estaba más alejado de la realidad. Él llevaba varios días observando los movimientos dentro del inusual depósito. Se dedicaba al trabajo de inteligencia en una empresa privada de seguridad. Era uno de los hombres más calificados y de suma confianza, por ello estaba al mando del operativo. A los veintidós años y tras superar varias pruebas y entrenamientos rigurosos había sido admitido en esa prestigiosa empresa. Ahora a los veintisiete ya se encontraba posicionado en los altos mandos. Amaba su trabajo y, a pesar de tener buenos subalternos, prefería ser protagonista en las misiones de riesgo.
Cuando Agustina y su captor se alejaron lo suficiente para sentirse a salvo, él aflojó sus brazos y la fue soltando lentamente mientras le advertía: —No cometas ninguna tontería. Recuerda que corres peligro y solo puedes confiar en mí.
La adolescente estaba asustada y confundida, quién la mandaría a meterse donde no debía, su padre tenía razón. Una vez libre se acomodó su uniforme escolar y se giró para enfrentar al desconocido. No pudo ver mucho de él, sólo su mirada que la dejó muda y paralizada, sus ojos eran hermosos.
El sujeto al verla tan turbada agregó en un tono distendido: —Oye, no me mires de ese modo. No soy un ogro.— La sonrisa que asomó a sus ojos sacó a la joven del mutismo.
—Lo siento, lo que pasa que me has dado un terrible susto. ¿Por qué me sacaste de ahí? ¿Has visto lo que guardan en ese lugar.
—Precisamente por eso es que te alejé. Si llegaban a descubrirte no contabas la historia.—
Agustina sintió un escalofrío recorrerla entera. No debería haber despistado a los guardaespaldas de su padre, si no fuera por ese extraño… Mejor no pensar en qué podría haberle sucedido. Ahora importaba averiguar quién era su salvador y qué estaba haciendo en ese sitio. Tomó coraje y lo increpó acosándolo con preguntas: —¿Tú intentabas entrar a robarles? ¿Tanto coraje tienes? ¿Quién eres?
—No soy un ladrón— respondió con sequedad sintiéndose ofendido.
—Con esa pinta que llevas lo pareces— le contestó ella observándolo con desdén.
—No importa quién soy, no te interesa saberlo. Si no conoces nada, seguirás a salvo. Ahora dime adónde te acerco.
Acto seguido se quitó la capucha dejando su cabello negro al viento y mostrando su juvenil rostro para deleite de Agustina, quien se sintió abrumada por tan bello hombre. La tomó del brazo y la acercó a su vehículo. —Vamos. Sube. ¿Dónde vives? No sería seguro que vuelvas sola y menos caminando. Eres mujer y muy joven para aventurarte por estos lares.
Acto seguido se quitó la capucha dejando su cabello negro al viento y mostrando su juvenil rostro para deleite de Agustina, quien se sintió abrumada por tan bello hombre. La tomó del brazo y la acercó a su vehículo. —Vamos. Sube. ¿Dónde vives? No sería seguro que vuelvas sola y menos caminando. Eres mujer y muy joven para aventurarte por estos lares.
Agustina dudó unos segundos, pero le bastó con mirar a ambos lados de la oscura y desolada calle para tomar coraje y subir al auto. Si él la había rescatado de un posible futuro desalentador, podía confiar en que la llevaría de regreso con su padre, quien en estos momentos estaría muy preocupado por su ausencia.
—Antes de decirte mi dirección, creo que sería justo que me dieras tu nombre. No puedo decirle a mi padre que me subí al coche de un completo desconocido.
La manera decidida y altanera en que ella le habló, hizo que el hombre esbozara una sonrisa. La chica tenía carácter, además de belleza. —De acuerdo. Me llamo Fabio Costa. ¿Cuál es tu nombre y domicilio?
—Agustina Ferrari.
Vivo en el hotel de mi padre, en la calle Güemes, en Puerto Madero.
Cuando Fabio llegó al lugar que Agustina indicó como su domicilio, descubrió que era donde él montaría guardia varias noches a partir de que comenzara la C.I.F.J. y se sorprendió sobremanera. Algo en esa joven lo cautivó y nació en él la necesidad de protegerla. El solo hecho de saber que estaba en el foco del peligro lo descolocó. La rigidez que de pronto se apoderó de Fabio no pasó inadvertida a Agustina. Notó además que su mirada se ensombrecía. —¿Te encuentras bien? ¿Pasa algo malo?
Él tenía ahora otra tarea que agregar a su misión. No permitiría que Agustina se viera envuelta en ninguna situación que pusiera en riesgo su vida. Ella no debía sospechar nada, pero igual tenía que advertirla. —Agustina… No vuelvas a salir sola a deambular por la ciudad. Hay muchos peligros acechando. La Convención está atrayendo personas malvadas a Buenos Aires. Ten mucho cuidado, incluso dentro del hotel.
La sinceridad y seriedad de las palabras hizo que ella asintiera automáticamente. Agustina presentía que lo que había visto esa tarde no era nada bueno. Las figuras femeninas que llamaron su atención no parecían humanas y el ambiente dentro del galpón la hizo estremecer. No tuvo coraje para indagar más sobre el tema. Fabio quedó convencido de que ella haría caso a su aviso. Igual estaría cerca para evitar cualquier tragedia, ese era su trabajo."
Espero que hayan disfrutado de la lectura. No olviden dejarme un comentario con vuestra opinión.
Saludos a todos.
Dolly Gerasol