Ha llegado un nuevo episodio. ¡A disfrutarlo!
Los juguetes de Katsuo/Por Dolly Gerasol (obra provisoria)
(Todos los derechos reservados - All rights reserved)
Episodio XXIII
"Luego
de perder de vista a Agustina, la niña robot regresó al galpón de la calle
Ruggieri. Sabía que Katsuo estaría en la terraza, por ello dirigió su delgadas
piernas metálicas hacia ahí. Silenciosa y ágil como siempre se acercó a él y se
sentó a su lado.
Para
Katsuo Tanaka, Geisha era más que un robot creado con inteligencia y
tecnología, era su última creación basada en la imagen de la hija que hubiera
deseado tener.
Una
tragedia había convertido a Katsuo en lo que hoy día era: un hombre que
renegaba de los humanos, frío, calculador y en varias ocasiones, cruel. Sólo
Geisha conocía la pequeña porción de buenos sentimientos que albergaba el
corazón de su creador.
Diez
años atrás, una terrible inundación seguida de un tsunami de dimensiones
colosales hundió en el mar más de la mitad de Japón, reduciendo al país a una
pequeña porción de tierra. Tras esa fatídica venganza de la naturaleza,
millones de vidas se perdieron para siempre, entre ellas contaba la esposa de
Katsuo, quien murió porque los rescatistas no alcanzaron a sacarla de la casa
antes que el agua la sumergiera completamente. Katsuo culpó a ese grupo de
hombres por la muerte de Hikari. Él no contaba con medios para sacarla de donde
había quedado atrapada y cuando pidió ayuda se la negaron porque estaban
resolviendo otros problemas. Katsuo pidió a gritos que salvaran a su esposa,
suplicó que le prestaran herramientas y un bote para llegar a ella y se los
negaron. En su desesperación, golpeó a dos hombres con una madera gruesa y les robó
lo que necesitaba para salvar a Hikari, pero al llegar al lugar ya era
demasiado tarde. El agua había barrido la zona. La casa del matrimonio Tanaka había
sido arrastrado por la corriente, junto con la vida de la amada esposa de
Katsuo.
Hikari era
una bella mujer que, en vida, colmó de luz la existencia de su esposo;
dejándolo, con su muerte, sumergido en tinieblas. Hikari y Katsuo se conocieron
en la Universidad, ambos sentían un cariño especial hacia la robótica y
compartían proyectos y ambiciones. La primera de las robots la diseñaron
juntos, decidieron que fueran mujeres porque así podían darles nombres de
féminas legendarias japonesas, ya que admiraban las historias que contaban sus
antepasados acerca de criaturas que habitaron suelo japonés siglos antes que
ellos. El traspaso de esas leyendas de generación en generación había
disminuido considerablemente a principios del siglo XXI y ambos creyeron que si
creaban mujeres robots que rememoraran las leyendas a través del tiempo, la
cultura que tanto admiraban no se perdería aunque ellos murieran. Ese sano
proyecto habitó en el corazón de Katsuo mientras Hikari estuvo a su lado, luego
sus sentimientos se tornaron oscuros y sus ambiciones apuntaron hacia fines non sanctos.
—Geisha,
te he dicho que no interrumpas mi soledad –disparó Katsuo cuando Geisha se
sentó a su lado.
—Lo
siento. Quería escuchar tus instrucciones una vez más, antes de cumplir mi
misión de esta noche –dijo con su voz suave y cantarina (Katsuo se había
esmerado para darle la voz más hermosa que un robot pudiera poseer).
—Pídele
a Izanami que te las repita. No estoy de humor para charlar.
Cuando
la mente de Katsuo era invadida por los recuerdos tristes del pasado, su humor
se tornaba más agrio de lo habitual y aislándose lograba recuperar cierto
equilibrio.
—Katsuo…
¿por qué estás así? No te enojes conmigo –suplicó Geisha en un tono tan humano
que el propio Katsuo se sobresaltó.
Tanaka
miró a su pequeña robot y un pequeño destello de luz brilló en sus ojos
oscuros, sólo unos segundos permaneció allí y se diluyó como la débil llama de
una vela.
—Vete
de aquí, Geisha. Prepárate para hacer tu trabajo y no lo arruines –concluyó
Katsuo alejándose de la terraza para regresar al galpón.
La niña
robotizada quiso llorar como las niñas de carne y hueso, pero no podía aunque
lo deseara, ella no era humana.
Geisha
era ágil, liviana y pequeña, estas cualidades la hacían especial para espiar,
ocultarse y colarse sin ser vista, por ello le habían asignado la tarea de
entrar a la habitación de Agustina y esconder allí la muñeca kokeshi que usarían para testear el
funcionamiento de las ondas Konban
wa.
La niña
robotizada sabía que Agustina estaba en el hall
del hotel con su novio y Katsuo pronto entraría distraídamente para que
apuntaran su atención hacia él. Genbu e Izanami le habían traspasado las
imágenes y la información referida a la seguridad del “Ragguardevole” a Geisha. Esta contaba con todos los datos que
necesitaba para colarse y cumplir con éxito su misión sin ser vista.
La
habitación de Agustina tenía una decoración delicada y sencilla, no había
demasiada tecnología dispuesta en las paredes y techos, ni sobre los muebles,
sólo la necesaria para facilitar la vida cotidiana. Geisha estaba acostumbrada
a estar rodeada de objetos electrónicos y robotizados, de metales y luces,
cables y sensores, radares y rayos de diferentes utilidades, nunca se había
sentado en una silla o acostado en una cama.
Como
sabía que disponía de tiempo decidió aprovechar la oportunidad. Subió al suave
y mullido colchón de Agustina y con cuidado y temor se recostó. Acarició el
cobertor verde y chequeó con sus habilidades técnicas el material con que
estaban fabricados cada uno de los componentes de la cama. Disponía de
información nueva, aunque desconocía si le sería de utilidad, sentía que para
ella era importante porque le interesaba. Con sus ojos vidriosos recorrió cada
centímetro de la habitación hasta que colmó de imágenes agradables su
computadora cerebral.
Katsuo
había querido que actuara como una niña, por lo tanto, se abstuvo de programar
a Geisha de manera estricta, ella carecía de varias de las habilidades extremas
de las demás kokeshi y era
imprudente. Debido a la alta seguridad reinante en el hotel, Katsuo no permitió
que ninguna de las demás robots estuviera presente mientras Geisha cumplía su
misión. Las mujeres robotizadas no estuvieron de acuerdo, pero debieron
obedecer a su jefe.
Geisha perdió la noción del tiempo cuando logró abrir el placard de Agustina. Maravillada con la ropa y las pertenencias de la joven, olvidó que disponía de menos de veinte minutos para esconder el juguete, colocar un diminuto sensor, que se desintegraría luego de doce horas, en la almohada de Agustina (para controlar sus ondas cerebrales durante el sueño) y salir sin dejar rastros."
¡Gracias por leerme! ¡Gracias por sus comentarios!
Saludos a todos.
Dolly Gerasol
buenisimo!!! me atrapo al historia de Katsuo y de Geisha, m gustaria q se convirtiera en humana :(
ResponderEliminarMenudo vuelco!!! Me encantó!! !La historia de lamujer de Katso es muy romántica y arriesgada... Me he imaginado la escena del tsunami, pidiendo ayuda, robando el bote!! me encantó!!! y nuestro precioso robot sigue teniendome hechizada!!! Excelente hoy Dolly!!!
ResponderEliminarGracias, Connie!!! :)
EliminarAtrapante capítulo!!! La historia de amor de Katso y su mujer es muy bonita, qué pena que con su muerte olvidara todo lo que ella le había dado.
ResponderEliminarMe parece que Geisha va a ser importante en la historia, creo que sus deseos van más allá de todo.
Buenísimo el capítulo de hoy Dolly, felicidades!!!
Un beso!!
Gracias, Raquel!!! :)
Eliminaruna nena robot, me gustó ese personaje
ResponderEliminarDolly, querida, sin duda tenes la tensión de la historia bien sujeta en tus manos. La pre-historia de Katsuo lo hace humano (humanamente villano, que son los mejores). Este episodio con Katsuo y Geisha como ejes, hace crecer la novela.
ResponderEliminar¡Te Felicito!
Gracias, Estela!!!! :D
EliminarEstupendo capítulo Dolly!! :) no me hubierá imaginado a Tanaka enamorado nunca,linda historia aunque triste la suya y su esposa :( ..y lo de poner un sensor en la almohada de Agus para controlar sus ondas cerebrales,fue algo genial e inesperado,quiero saber mássss!! :D gracias por compartir Dolly :* AKIRA KAMAYE AZUMI
ResponderEliminarGracias, amiga!!! :)
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