Hola a todos:
Como todos los miércoles, un nuevo episodio ve la luz en el blog. Hoy, van a suspirar con los protagonistas ;-)
¡Disfruten la lectura!
Los juguetes de Katsuo/Por Dolly Gerasol (obra provisoria)
(Todos los derechos reservados - All rights reserved)
"—Agus, quiero que
sepas que… estoy disfrutando mucho este momento. Adoro tu risa... –comentó el
gerente de C.E.S. acercándose más a Agus en el sillón.
—Yo también estoy
contenta de estar con vos… acá –dijo Agus agachando la cabeza para evitar que
él viera su sonrojo. Seguramente ya había dejado en claro que estaba loca por
él, pero cuando podía refrenarse lo hacía.
Lucas le tomó la
barbilla y la obligó a mirarlo a los ojos. Lentamente se acercó a su boca y la
besó, saboreándola con calma y profundidad. Los latidos de sus corazones
retumbaban acompasados y comenzaron a sentir la sangre caliente corriendo
deprisa por sus venas. La luz tenue del local brindaba cierta intimidad, pero
de todos modos no era el sitio indicado para desatar su pasión, por lo tanto
Lucas con gran esfuerzo recobró la lucidez. Respiró profundo y dijo en un
susurro: —Eres muy hermosa… Voy a pedir la cuenta. Antes de llevarte de
regreso, quiero que demos un paseo por la Costanera.
Agus, sin poder recobrar
el aliento, asintió. Vació de un trago lo que quedaba en su vaso y se colocó el
abrigo. Luego, comentó en tono casual: —Cuando te vi por primera vez aquel día…
me encantaron tus ojos, tu mirada me dejó muda…
A Lucas lo tomó
desprevenido la confesión, no pensó que ella admitiría que se había sentido
atraída por él desde el principio. Sonrió con satisfacción, la abrazó y le
susurró al oído: —A mí me encantó tu carácter y tu belleza…
Agus sintió por
primera vez en su vida, el deseo carnal naciendo desde lo más profundo de su
ser. “Lucas, ojalá seas el indicado,
porque te deseo, quiero ser tuya”, pensó Agustina mientras sus ojos se
volvían verdes pozos de agua turbulenta. Agus sentía terror de entregarse al
hombre equivocado y confusión por sentirse de esa manera con él.
El mozo trajo la
cuenta y percibió con claridad la turbación de la joven. Estaba acostumbrado a
no meterse donde no debía, pero mientras veía alejarse hacia la puerta a la
pareja pensó: “Es una niña, se la ve tan
frágil… Espero que él no le haga daño”.
Lucas salió a la calle
con “cara de pocos amigos“, había notado el modo en que el mozo miraba a
Agustina, como compadeciéndose de ella. Había captado la mirada reprobatoria
del hombre hacia él, como si fuera un depravado; si bien Agus aparentaba menos
edad de la que tenía y él más, eso no lo ponía en lugar de un pervertido.
—Lucas, ¿qué te pasa?
–preguntó Agus preocupada ante el drástico cambio en su semblante.
Subieron al auto
rápido para no mojarse y Lucas mantuvo el mutismo el tiempo suficiente como
para calmar sus tortuosos pensamientos. No quería arruinar el día recordando
malos tragos del pasado. El año anterior había encontrado en una calle oscura,
mientras investigaba, a una chica de la edad de Agus. La joven había sido
abusada por un tipo de treinta años, según le contó la policía cuando
terminaron de interrogarla. Cuando el padre de la joven llegó a buscarla, pensó
que Lucas era el causante de la desgracia. Tuvieron que esposar al hombre para
que dejara en paz a Lucas. Cuando le explicaron que él la había auxiliado, se
deshizo en disculpas que no alcanzaron para mitigar las palabras hirientes de
minutos antes.
Agustina no quiso
presionarlo y esperó, tal vez Lucas decidiera contarle lo que le pasaba más
tarde. Mientras tanto decidió encender la radio para relajarse con un poco de
música.
—Agus, lo siento. Sólo
que recordé algo que me pasó hace un tiempo y nada… dejé que me agriara el
humor –comentó mientras detenía el auto en un sector de la Costanera que usualmente
brindaba una agradable vista al Río de la Plata , aunque ahora la llovizna no permitía
disfrutar de ella.
Luego, se sentó de
lado para mirarla mejor y dijo: —Agus, sé que apenas me conoces y no hemos
tenido oportunidad, hasta hoy, para estar juntos… Quiero que sepas que puedes
confiar en mí y que nunca te haría daño…
Agustina estaba
confundida por sus palabras y por su semblante taciturno y preocupado. No
comprendía la razón de la aclaración, ella nunca había sentido temor junto a
él.
—Lucas, yo no tengo
miedo. ¿Por qué ibas a hacerme daño? Si no confiara en ti no estaría acá, ¿no?
–respondió con calma.
Ella no le temía a él,
sólo le temía al deseo que desataba en ella. Aún así, se acercó a Lucas y posó
su mano en su mejilla, acariciándola con los dedos. Lucas se relajó ante la
actitud confiada de Agus y dijo: —Quiero hacer las cosas bien contigo. No
quiero que tu padre me eche a patadas del hotel. Necesito saber que te sientes
bien… Agus… me estoy enamorando y no soportaría echarlo a perder…
Agustina se quedó muda
y sintió que se fundía con el cuero del tapizado, derretida de amor por ese
hombre dulce, hermoso y desconocido. No creía lo que escuchaba, él se le estaba
declarando. Las lágrimas comenzaron a rodar por su cara sin siquiera notarlas.
Lucas estaba atónito, acababa de abrirle su corazón a Agus y no le había
costado ningún esfuerzo, era totalmente vulnerable ante ella, ante su dulzura y
su belleza. Esperaba que las lágrimas de Agus fueran de alegría por saberse
querida, sino tendría que abandonar la vigilancia del “Ragguardevole” y alejarse de ella cuanto antes.
No se animaba a
hablar, las gotas de lluvia golpeando contra el techo del auto y la música
tenue de la radio eran los únicos sonidos. Finalmente, Lucas decidió secar las
mejillas de Agus con sus dedos y luego, comenzó a besarla despacio. Agustina
reaccionó lanzándose sobre él y abrazándolo con fuerza, aprentándolo contra su
cuerpo para fundirse en él.
—Agus, mi amor… Me
estás ahogando… -comentó Lucas con voz apagada, intentado desprenderse con
suavidad de su abrazo.
Agustina aflojó los
brazos, rió de pura dicha y dijo: —Lo siento, no sabía que tenía tanta fuerza…
No quiero matarte cuando acabas de decirme que sientes algo por mí…
Hizo una pausa y
agregó: —Lucas, quiero pasar tiempo contigo. No podría pensar en no volver a
verte porque ya estoy enamorada… Sólo voy a pedirte algo: no juegues con mis
sentimientos porque no podría soportarlo.
Luego de los besos de
despedida, los enamorados retornaron a sus actividades con cierto pesar por
alejarse del cálido encuentro, pero dichosos de haber compartido tan profundos
instantes juntos.
Agustina llegó a
tiempo a la cena con su padre. A Justino no le pasó desapercibida la alegría de
su hija y el brillo que despedía su mirada. Sabía que Agustina había salido con
Lucas, pero le había pedido a Sandro que los dejara solos, confiaba en que
Seagal cuidaría de su pequeña. Lo único que lo preocupaba ahora era que el
joven pudiera herir la inocencia y la confianza de Agus, aún no estaba seguro
de que el gerente de C.E.S. viera a su hija como una mujer, de la misma manera
que ella lo veía a Lucas como hombre. Su pequeña había crecido…
Ante el silencioso
escrutinio de su padre, Agus decidió hablar para romper el hielo: —Papá, extrañaba
nuestras cenas… Hace más de dos semanas que no compartimos una…
—Ejem… Sí, es cierto –respondió
Justino aclarándose la garganta y colocando la servilleta de tela sobre su
regazo para evitar manchar sus pantalones mientras comía.
—Estás serio y distraído…
¿Te preocupa algo en especial?
—Estoy un poco
cansado, además pronto será la
Exposición y estoy abrumado por los recuerdos…
En verdad, Justino había
estado mirando fotografías de las visitas realizadas con su esposa a las
Exposiciones de distintas partes del mundo. Añoraba a la madre de su única
hija, a la dueña de su corazón y a la esposa fiel y cariñosa.
Agus tomó la mano de
Justino por encima de la mesa y le dio un apretón cariñoso para darle ánimo;
ella también extrañaba a su mamá, pero sabía que ella velaba por ellos desde
donde estaba y esa sensación la confortaba siempre.
—Dale, Papi.
Disfrutemos la cena… mamá estará presente… siempre lo está…
Justino sonrió ante
las palabras de su hija y decidió disfrutar de la deliciosa cena con la mejor
compañía. Mientras saboreaban los canelones, hablaron de la Convención , del hotel y
de algunas trivialidades.
Después de comer, Justino,
más relajado y tomando un café, recordó que tenía algo que preguntarle a
Agustina.
—Agus… -pronunció su
nombre para captar su atención, la joven estaba perdida en sus pensamientos y
sonreía con disimulo.
— ¿Qué? –preguntó alzando
la vista hacia su padre mientras quitaba de su mente los recuerdos de la tarde.
Cuando Justino notó
que su hija volvía a centrarse en la realidad, dijo: —En la reunión de premiación
noté algo que me gustaría confirmar contigo.
— ¿Es acerca de
Tanaka?
—No, ese tema lo
tocaremos mañana en una reunión en la sala de seguridad. Por cierto, me gustaría
que asistas…
Agustina sorprendida
ante sus palabras, acercó más la silla a la mesa para escuchar bien de cerca lo
que su padre decía, dedicándole completa atención.
—Tu actitud indica que
te agrada la idea, ¿verdad? –comentó Justino sonriendo.
— ¡Claro! Con tu
invitación estás diciéndome que confías en mi criterio y te interesa lo que sé
o pienso respecto de la seguridad de nuestro hotel.
La seriedad en la
respuesta de Agustina, le confirmó a Ferrari el acierto de su decisión de incluirla
en la charla de mañana.
—Has hecho una
correcta deducción. Temprano en la mañana me comunicaré con Seagal para arreglar
el horario, te lo diré en el desayuno –. Mientras veía la reacción de Agus ante
la mención de ese apellido, continuó: —Noté que Lucas y tú se conocían de antes…
¿Dónde lo conociste?
La seguridad con que
Justino habló, dejó en claro a Agustina que no podría mentirle sin quedar en
evidencia. Decidió evadir el tema, pero no resultó.
—Quiero una respuesta,
ahora. Si me mientes, lo descubriré y no querrás que pierda la confianza en ti…
Agus tragó los restos
del café que parecieran haberse quedado suspendidos en su garganta y luego de
toser un poco respondió: —Lucas y yo… Nos conocimos en la calle.
Justino frunció el
ceño y la instó a que continuara con más detalles.
—El día que me escapé
de la custodia de Marcos y descubrí el depósito de juguetes de Katsuo Tanaka…
Ahora sí que el dueño
del “Ragguardevole” estaba totalmente
confundido, a tal punto que se quedó mudo, cruzando la mirada con la de su
pequeña.
—Mañana hablaré con
ustedes dos antes de la reunión y espero que no se olviden de contarme ningún
detalle.
Justino se puso de pie
y sin despedirse de su sorprendida hija, abandonó el comedor."
Espero que les haya gustado este nuevo episodio. A mí cada día me entusiasma más escribir esta novela...
Saludos a todos.
Dolly Gerasol
Guauuuuuu.... uy que no se nos enoje mucho el papa de agus :(.... excelente capitulo Dolly... yaz
ResponderEliminarMe encanta leerte, un capitulo buenisimo! Un abrazo
ResponderEliminarHola nena pasando a saludarte escribes muy bien
ResponderEliminarGracias por leerme y comentar!!! :)
ResponderEliminarMe encantó este capítulo, como siempre me haces volver a Buenos Aires con tus preciosas palabras... La Costanera, ese río... cuántos recuerdos...
ResponderEliminarUn placer leerte, mil besos Dolly!
Gracias, Connie!! Me alegra que disfrutes la lectura :)
EliminarHola Dolly:
ResponderEliminarSuelo ver que mucha gente anuncia entradas nuevas en FB, pero son muy pocos los que se toman un tiempo para ver de qué se trata. No quería formar parte de ese establecido, así que vine a leer un poco.
Me pareció muy interesante el capítulo, con tiempo iré leyendo más.
Con tu permiso, me anoto como seguidor.
Un abrazo.
HD
Gracias, Humberto!! Bienvenido!!
EliminarMe encanto el capítulo Dolly,sigue el romance y transmites de una manera encantadora el amor,la ternura y la pasión entre Agus y Lucas,gracias por compartir amiga TKM...Siento haberme tardado en venir a comentar,besitos...AKIRA KAMAYE AZUMI
ResponderEliminarla costanera, ese muchacho y recuerdos que sería preferible olvidar...o puede q no, suspiro un poco y te digo q el capitulo me encantó
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