Hola a todos:
Hoy les traigo un nuevo relato fruto de cumplir las pautas del proyecto de este mes del grupo Adictos a la Escritura. Las bases las pueden leer en este link: Juntos y revueltos. Mi historia debía tener como protagonistas a una enfermera y un profesor de Matemáticas.
DESALIENTO Y ESPERANZA
Todas las tardes
luego de cumplir su horario en la Unidad Sanitaria , Matilda iba a sentarse en un
banco de la plaza y daba de comer a las palomas. Vivía sola en un modesto
departamento que quedaba a pocas cuadras de allí, no tenía apuro por encerrarse
entre cuatro paredes.
Las aves
ululaban sin piedad mientras comían los granos de maíz esparcidos sobre las
sucias baldosas. Matilda mientras tanto dejaba volar su imaginación y distraía
sus inquietudes en las copas de los árboles.
Diez minutos más
tarde, la mujer escuchó los gemidos de una persona que se encontraba a pocos metros
de donde ella descansaba. Arrojó la última ración de comida a las palomas y
guió su paso cansado con lo que sus oídos le trasmitían. Detrás del grueso
tronco de un árbol, yacía dolorido un hombre joven, el cual aparentaba la edad
de su nieta. Matilda reconoció en la pierna herida del muchacho, una fractura.
Segura de sus conocimientos de enfermería tomó cartas en el asunto y lo
socorrió. Siempre llevaba en su bolso un surtido de utensilios y suministros
para ejercer su profesión en cualquier lugar, ella era enfermera todo el día.
El joven sentía
mucho dolor y no reaccionó ante su cercanía. Matilda se dirigió a él con un
tono de voz armonioso y suave:
—Si tragas esta
píldora, te aliviará y yo podré entablillar tu pierna.
Ella sabía por
experiencia que debía trasmitirle calma y distraerlo con una charla que lo
enfocara en otra cosa que no fuera su dolor. Luego, agregó:
—Mi nombre es
Matilda. ¿Cómo te llamas?
El hombre a
duras penas entendió a la señora. Media hora antes, Tomás había recibido una
paliza y ahí, en ese rincón húmedo y oscuro de la plaza, quedó tirado. Segundos
después, con lentitud y esfuerzo levantó la vista para responder a la mujer con
un hilo de voz:
—Yo Tomás…
—Me da gusto
conocerte, aunque sea en ésta situación... Yo soy enfermera desde hace
veinticinco años, ¿trabajas o estudias?
Mientras
conversaba, sus habilidosas manos atendían las heridas.
Conocer la
profesión de la señora mejoró su estado y dijo:
—Profesor de
Matemáticas. Qué suerte que usted sabe lo que hace…
La mujer hizo una
mueca de sonrisa y señaló:
—Mi nieta sabe
más que yo, luego iré a buscarla. Ahora, cuéntame la causa de tu dolencia. Dudo
mucho que te hayas herido tú solo, ¿qué te pasó?
Matilda
sospechaba del grupo de chicos que a menudo se reunía en ese sector de la plaza
y que hostigaba a quienes le dirigían la mirada o la palabra.
—Unos chicos…
Intenté hablar con ellos, pero no les caí bien. Revolvieron mi mochila…
El fuerte dolor
le cortaba la respiración y por mucho que se esforzara no podía seguir con su
diálogo. A punto estuvo de desmayarse, pero la destreza de Matilda se lo
impidió.
Una vez que la
pierna quedó inmovilizada y las heridas bien desinfectadas, Matilda ayudó al
joven a pararse sobre la pierna sana y trasladarse al banco de madera más
cercano para reposar mientras ella iba en busca de asistencia médica. Temía
dejar solo a Tomás, pero ella no era usuaria de teléfonos celulares y la gente
que pasaba era muy desconfiada como para ofrecer ayuda a una desconocida.
—Tomás, voy a
realizar una llamada. En unos minutos estaré de regreso. No te muevas y respira
profundo para relajarte -le tomó sus suaves y delgadas manos entre las suyas
surcadas de arrugas y manchadas de desinfectante para reconfortarlo y agregó-;
mi nieta es una excelente doctora y vendrá enseguida en una ambulancia del
Hospital.
Cuando la
enfermera se marchó, Tomás agradeció en silencio que el destino le había
enviado a esa buena mujer para rescatarlo y que además fuera enfermera.
Cuando Paula y
Matilda llegaron al lugar donde estaba Tomás, lo hallaron perdido en sus
pensamientos, pero sin los signos de tormento previos a la atención de la
enfermera.
—Hola, Tomás.
Soy Paula. Al parecer mi abuela te ha dejado casi nuevo…
La joven doctora
rezumaba simpatía y ternura.
Tomás ante tanta
frescura y humanidad no pudo evitar sonreír, a pesar de la pena que lo
embargaba.
—Matilda tiene
muy buena mano para curar, además de un gran corazón —enfatizó el joven
profesor.
—Es la salvadora
de las palomas y de las personas en apuros. Eres la tercera víctima de ese
grupo de desalmados en lo que va de la semana; mi abuela debería cobrar salario
extra… —comentó Paula con tristeza mientras esperaba que un enfermero acomodara
a Tomás en la camilla.
Matilda miró a
Paula y dijo:
—Me da mucha
pena que esos chicos estén en las calles atormentando a la gente. Como ellos no
se dejan ayudar, me limito a rescatar a quienes ellos lastiman. Tomás, ¿te
acercaste a ellos para conocer las razones que los llevan a actuar así?
—Cuando me
encuentro con chicos renegados y sin objetivos en la vida… quiero convertirme
en su salvador. Pienso que tal vez les faltó cariño y alguien que se preocupe
por ellos…
Los tres nuevos
amigos continuaron su charla en la ambulancia mientras trasladaban a Tomás al
Hospital para terminar con sus curaciones.
A partir de ese
día, en principio oscuro y desalentador, Tomás descubrió que existen seres
humanos que mejoran a diario en su humanidad e intentan hacer de este mundo un
lugar mejor. Cada uno desde su sitio tiene la oportunidad de aportar su granito
de arena…
(Dolly Gerasol 2012 - All rights reserved)
Espero les guste mi relato con moraleja...
Les agradezco, como siempre, por leerme :)
Saludos a todos.
Dolly Gerasol
Hermosa aportación, Dolly. Me ha gustado cómo has jugado con ambos personajes, y la naturalidad del relato.
ResponderEliminarMis felicitaciones.
¡Hola, Dolly!
ResponderEliminarMe gustó mucho tu relato, la verdad, es uno de esos que hacen reflexionar sobre o que se tiene y lo que se da :)
sencillo relato que te lleva entretenida por cada renglón. Muy bueno de verdad
ResponderEliminarun abrazo
AAAAH me encanto :3
ResponderEliminarun giro muuuy bueno en la historia, y lamentablemente es algo que pasa todos los dias tambien.
Un verdadero gusto leerte, Besos.
Un relato precioso Dolly y unos personajes muy profundos. En la vida hay que dar para recibir y es algo que hemos olvidado.
ResponderEliminarUn beso!!
Me ha gustado :)
ResponderEliminarSólo he encontrado una frase que no me cuadraba mucho: "Qué suerte que usted sabe lo que hace…"
Creo que quedaría mejor: "Qué suerte que usted sepa lo que hace"
Me ha gustado mucho Dolly como todo lo que escribes y esta claro que gracias a personas como las de tu relato( de las que cada día por desgracia quedan menos, pero haberlas haylas) este mundo sigue siendo un lugar bueno.Solo decirte que hubo una frase que me chocó:
ResponderEliminarArrojó la última ración de comida a las palomas y guió su paso cansado con lo que sus oídos le trasmitían. A mi parecer lo que hace es dejarse llevar por el sonido... por lo que a mi opinión si donde pones "con lo que" insertas un verbo, por ejemplo... orientó su paso cansado guiada por lo que sus oídos le trasmitían... es solo una observación...
O "hacia".
EliminarHola, Dolly!!
ResponderEliminarMe gustó tu relato, siempre es justo y necesario darle a las personas que hacen el bien en menor o mayor medida, pues en los tiempos que corren solemos olvidarnos que existen y estamos pendientes del otro lado de la moneda...
Besos!!
Dolly: El tema de los chicos de la calle es bastante agudo aquí, en México. Hace algunos años me tocó pasar la Navidad o el Año Nuevo, llevando, junto con otro miembros de la iglesia,viandas y regalos, para que no la pasaran tan mal los chicos que vivían en las coladeras. Pudiera contarte muchas historias que escuché de esos chicos.
ResponderEliminarMuy buena tu historia, yo soy enfermera jubilada y me gusta que una compañera, sea la protagonista de tu relato:Doña Ku
¡Me gustó mucho! Sobre todo porque me encantan los relatos con finales optimistas que sacan lo mejor que hay en este mundo y en los seres humanos, que yo siempre pensaré que hay más gente buena y altruista que mala y destructiva.
ResponderEliminarMe ha encantado en serio. ¡Un besazo!
Hola, Dolly:
ResponderEliminarMe ha encantado leer tan hermoso retalo; es un don saber escribir asi de bien, sabes tu texto da esperanza porque me hace ver q. a pesar de la mala gente siempre hay gente buena dispuesta a ayudarte el amor incondicional...,¡la empatía, la generosidad y la humildad. Y quizás esa pandilla de jóvenes sean de esa forma porque no han sido educados y ni amados por eso solamente piensa en causa dolor a los demás!.
Saludos.
Claro, a pesar de todo las personas buenas existen aún en el mundo y creo que son personas destinadas a encontrarse con muchas personas como ellas para hacer algo más grande. ¿Quién sabe? Qué enternecedor relato, Dolly ;3 Besitos y saludos.
ResponderEliminarBello relato Dolly,en el mundo siempre hay personas buenas que estan dispuestas a ayudar a los demás sin condición,´gracias por compartir tus lindas letras TKM :* AKIRA KAMAYE AZUMI
ResponderEliminarHola Dolly!
ResponderEliminarUn gusto leerte otra vez :) escribiste un relato muy bonito y me agrada mucho para donde lo enfocaste, son cosas muy importantes que hay que tomar en cuenta si queremos ayudar al mundo a se run lugar mejor, está dentro de cada uno.
UJn saludo :)
Muy bueno, Dolly, me ha encantado la sencillez que desprendes al relatar.
ResponderEliminarUn beso.
¡SÍ! ¡Me fascinó tu relato! Tiene una moraleja genial, y da gusto ver relatos así porque le haces un homenaje a las personas que en la vida diaria luchan día a día a construir un mundo mejor!
ResponderEliminar¡Qué bonito relato, Dolly! ^_^ Sin duda tiene un mensaje muy lindo y muy cierto. Me gusta mucho cómo escribes y este es uno de tus relatos que más me gustan (hasta ahora). ^_^
ResponderEliminarHermoso Dolly, es un relato sencillo pero con un mensaje profundo, cargado de mucha realidad. Me encantó leerte... :-D
ResponderEliminarUn relato muy bonito, me gustó mucho
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